Sábado 9 Diciembre
Mateo 9, 35. 10, 1. 6-8
~ Les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos,
y para curar toda enfermedad y toda dolencia ~
Este evangelio nos hace pensar que aquellas personas del tiempo de Jesús tenían mucha necesidad del anuncio de la Buena Nueva y de la liberación. Podemos preguntarnos: ¿y ahora no hay la misma necesidad? ¿No estamos de igual manera deseando buenas noticias y que nuestro espíritu se desarrolle libre de contrariedades?
¡Es verdad! Ahora tanto como antes, y más que nunca, necesitamos la vida de Dios en medio de nosotros. Necesitamos expulsar nuestros espíritus inmundos. Los que vician de significado la realidad o la falsifican.
Aunque pareciera que muchos dan la espalda a Dios o consideran la fe una cosa del pasado, vuelve a haber un gran anhelo de justicia, de paz y amor; el deseo de que la pobreza y el sufrimiento sean superados y que todos volvamos a la alegría.
La misión sigue siendo necesaria. Cristo continúa transmitiendo su propia misión a nosotros, los nuevos discípulos: sacerdotes, religiosos y laicos. Y nos trasmite los mismos poderes para expulsar espíritus inmundos. Los espíritus inmundos de nuestra época, como lo fue en tiempo de Jesús, no son los poseídos, sino los que nos esclavizan, los que impiden nuestra auténtica libertad, los que obstaculizan nuestra vida en Dios.
¡Es verdad! Tenemos necesidad de sacudirnos los espíritus inmundos, los nuestros y los de la sociedad. Pero, ¿quién puede alcanzarnos el don de la liberación? ¿Qué institución de nuestra sociedad puede saciar nuestros anhelos más altos, nuestra nostalgia de Dios?
¿Cuáles son los espíritus inmundos que me aquejan hoy?
Oración:
Señor Jesús, porque mi fe puede ser débil, ante los problemas cotidianos de la vida, abre mi entendimiento a tu Buena Noticia, alegra a mi familia con el consuelo de tu liberación. Haznos más espirituales, verdaderos, justos y amorosos con los demás. Amén.