Miércoles 24 Noviembre

Lucas 21, 12-19

 

~ Propongan, pues, en su corazón no preparar la defensa, porque yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios ~

 

En la etapa final de la formación de sus discípulos, Jesús les deja claro que solo radicados profundamente en Él y en su Palabra serán capaces de no ceder al miedo que provoca la persecución, ni a la tentación de aligerar la exigencia de su Reino, reduciendo la evangelización a un proyecto humano y social, sin dimensión trascendente.

 

El proyecto del Reino y la Palabra de Jesús han de ser proclamados y testimoniados de forma explícita. Para eso es el testimonio.

 

Lucas escribe este Evangelio cuando la predicción de Jesús empieza a suceder. La persecución por causa de Cristo y por la fidelidad al reino de Dios se constata en la primera comunidad. Ya había ocurrido la muerte violenta del apóstol Santiago y del diácono Esteban; así como el encarcelamiento y malos tratos de los apóstoles. El recuerdo de las predicciones de Jesús: no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma (Mt 10,28), debió de alentarlos para mantener un testimonio que, por otro lado, restaba poder a los perseguidores. Por eso ni siquiera había que preparar ninguna defensa; ya que hacerlo equivaldría a reconocer la legitimidad del tribunal. Se entiende así que el testimonio sube de nivel cuando se esperan las palabras eficaces que Dios inspira.

 

Pero ¿por qué hasta los miembros de la familia y los amigos los entregarán? Porque no todos se atreven a mantener la fidelidad al mensaje de Jesús; sobre todo cuando el mensaje es liberador y universal, al grado de anular los privilegios a que la pequeña comunidad se siente adicta.

 

Nosotros, los cristianos de última generación, estamos llamados, igual que los primeros, a proclamar la alegría del Evangelio y de nuestros hallazgos en el ejercicio del amor, aunque esto, tarde o temprano, comporte la persecución.

 

Llegado el momento, no tengamos miedo: la defensa y el horizonte que Dios nos dará serán mucho más grandes que cualquier otra cosa.

 

¡Seamos de los últimos testigos! Nada malo habrá de sucedernos.

 

Oración:

Señor Jesús, no entiendo cómo dar un testimonio radical y definitivo de la vida que me has dado; sin embargo, renuevo mi deseo de seguirte, pase lo que pase. Ayúdame a vencer mis miedos, a definirme en las cosas importantes de tu doctrina, a no traicionarte ni traicionar a los míos. Que en mi entorno laboral y social se note que soy tu amigo, que te guardo fidelidad aun en las cosas más simples que parecen sin importancia.

 

Permite que en mi hogar estemos atentos a los momentos en que hemos de atestiguar que somos tuyos y que no daremos marcha atrás, aunque los demás no nos comprendan. Que gocemos de ver cómo se realiza tu designio sobre nuestras vidas y sobre las de aquellos que nos rodean. Amén.

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