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22 marzo, 2024

Eso De Conspirar…

Sábado 23 Marzo

Juan 11, 45-56

~ Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: “Ustedes no tienen idea, ni calculan que les conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación” ~

Los que habían ido a casa de María presenciaron la resurrección de Lázaro. Este milagro “mayor” detonó la persecución final de Jesús por parte de los dirigentes judíos.

En la resurrección de Lázaro, la comunidad tuvo un testimonio más del amor de Dios, que libra al ser humano de todo temor y esclavitud. Lo cual se distingue del pensamiento de las autoridades judías, para quienes, en apariencia, el hecho de que el hombre tenga vida y sea libre, era motivo de peligro.

La imagen de la reunión del consejo puede reflejar algunas de nuestras reuniones de miedo hoy; de esas que inconscientemente discurren en una especie de conspiración contra algún miembro de nuestro grupo: si lo dejamos que siga… vendrán males…; conviene el sacrificio de uno solo…

Ellos ya no se preguntaban si Jesús era o no el Mesías; Dios no entraba en sus estrategias de dominio. Lo único que buscaban era justificar el asesinato de Jesús, y todo con el pretexto de cuidar el bien nacional.

Ahora que la cuaresma toca a su fin, nos conviene insistir en la pureza de nuestras intenciones, de frente a Dios y a los demás; en la pureza de nuestra religión, como relación con Dios que nos da vida y libertad; y en nuestro último esfuerzo de conversión.

¿Cuánto tiene que no conspiro contra la vida de alguien?

Oración:

Señor Jesús, ¡qué aprisa pasa la vida! Cuántos errores he cometido por miedo a perder mi autoridad. Es probable que algunas veces haya conspirado contra mi hermano y, más aún, contra ti mismo. ¡Qué horror excluirte de mi horizonte de vida, de mis reuniones y toma de decisiones! Ahora que tu muerte sigue siendo decidida por autoridades religiosas y políticas de nuestro tiempo, a través de formas siquiera comprensibles, ayúdame a serte fiel en medio de los míos.

Permite que junto con mi familia pueda subir a la nueva Jerusalén de nuestra sociedad, acompañarte en la cruz y recoger de allí la vida que no se acaba, en la resurrección de ahora y en la futura. Amén.

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