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15 mayo, 2019

Nuestra última oportunidad

Miércoles 4° Pascua. Juan 12, 44-50.

~ En aquel tiempo Jesús exclamó: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa lo juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí”. ~

Jesús ha ofrecido a Israel la alternativa de liberación. Pero ha sido rechazado. Ahora ofrece la última oportunidad a cuantos quieran salir de la frustración, del fracaso y de la opresión. Resulta casi ridículo que en la propia elección, el hombre rechace su ofrecimiento de vida, prefiriendo la muerte.

Si escuchamos bien a Jesús, nos daremos cuenta de que Él no inventó una religión a su persona, sino que unió la necesidad de todos los hombres en la persona de Dios Padre. Nos deja claro que su origen es divino y, por lo mismo, que en su mensaje está el secreto de la salvación. Él es imagen del Padre.

Podemos tomar las Palabras y la luz de Jesús para ser libres, para trascender los condicionamientos de tipo ideológico y encontrar una inteligencia mayor sobre nuestra vida social y personal; y, claro, sobre nuestro futuro en Dios. Conocemos la historia: Jesús ha confirmado el don de su persona y lo trascendente de sus Palabras y acciones en la cruz. Jesús ha hablado así, en el último día, con el don de su persona; y quien no le ha creído o seguido, ese mismo se ha juzgado, se ha medido con el misterio de salvación que tenía preparado para todos, y se ha condenado.

Nosotros, que hemos conocido la prueba de su amor, no tenemos excusa para rechazarlo. ¿O acaso habrá alguna persona que, en nuestra historia personal, nos ofrezca algo más grande que lo que nos ofrece Jesús?

El Evangelio que hemos escuchado hoy nos habla de nuestra última oportunidad. Sigamos a Jesús, su Luz y sus Palabras, y descubriremos que no tienen fondo, que es la manera en que Él nos dilata llevándonos por un universo inmenso de conocimiento, de certeza, de libertad y de amor.

Oración:
Señor Jesús, permíteme caminar en tu luz. Ayúdame a librar la batalla de todos los días contra la incredulidad y la ideología del bienestar. Que aproveche bien mi última oportunidad. Enséñame la disciplina de mi espíritu, para seguirte con fidelidad en la oración personal y litúrgica; que me entretenga en alimentarme de la meditación de tu Palabra y de la Eucaristía. Que mi corazón se eleve, no por vanidad alguna, sino por la experiencia de ti y de tu amor.
Permite que junto con los míos, en casa, avancemos en el seguimiento de tu persona, que alcancemos el conocimiento oportuno a nuestras capacidades, para vivir de Ti. Amén.

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