Viernes 19 Julio
Mateo 12, 1-8
~ Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado ~
Encontramos en este Evangelio un choque de maestros. Aparecen en contraste Jesús maestro, que legisla con misericordia, y los maestros de Israel, que han hecho de la ley una carga insoportable de observancias relativas al sábado, que casi ahogan al pueblo.
El presente Evangelio pertenece a la triple tradición, aparece también en Marcos y Lucas; pero Mateo habla más en lenguaje judío. El punto de discusión es la ley del descanso sabático: arrancar espigas en sábado ––para nosotros, el descanso de domingo, día del Señor––. Los maestros de la ley lo consideran igual que recolectar y, por ende, prohibido los sábados (Ex 34,21). Jesús defiende a sus discípulos porque tienen hambre, permitido por Dt 23,26. Pero no se limita a ese argumento; además, les recuerda el episodio en la historia de David (Lv 24,5-9; 1Sm 21,1ss) y, sobre todo, la autoridad que tiene como nuevo Moisés y Mesías, Hijo del Hombre. Por tanto, Jesús se les enfrenta como dueño del sábado.
Todo esto debió de ser muy difícil de aceptar por los maestros de Israel, no solo porque Jesús cuestionaba sus prácticas e interpretaciones de ley, sino por el hecho de auto-declararse Hijo del Hombre, dueño del sábado; algo que sintieron como una blasfemia.
Nosotros recogemos la enseñanza del mejor maestro: el hombre es el dueño del sábado y la misericordia es anterior al culto. Y es que Jesús, el Hombre, posee el Espíritu de Dios, es señor del precepto y de la ley. Y nosotros, sus discípulos, igual que los primeros, participamos de su libertad y señorío.
¿Con qué libertad vives tu religión y tu fe?
¡Seamos en Jesús, señores del domingo! Seamos libres de anteponer la misericordia al culto.
Oración:
Señor Jesús, hacen falta maestros en nuestra sociedad. Cuánto deseo que tus ministros y quienes sirven en las cosas de la Iglesia nos abran caminos de luz, de misericordia y de paz. En particular, pienso en la ignorancia religiosa, en los alejados y marginados, en los que han perdido la alegría del Evangelio y de la religión. Suscita nuevos y santos maestros que nos orienten y acompañen.
Permite que junto con mi familia vivamos cada domingo, y la vida misma, como señores y no como esclavos, como auténticos hijos de Dios, libres de cargas, a excepción de aquellas que son ligeras y sirven para nuestra salvación. Amen.