Hace tiempo que dejé de vivir la Navidad de forma sentimental. Pensé que para un gran universo de personas la Navidad: o es un tiempo de nostalgia, cuando no de tristeza por cuanto no logramos colmar de nuestras expectativas, o es sólo una avalancha comercial que insiste en borrar el verdadero rastro del Nacimiento del Hijo de Dios. 

En el mejor de los casos, cuando nos acercamos a la representación del Nacimiento en casa o en el templo, y cuando celebramos la Eucaristía de Noche Buena, siempre permanece la sensación de no lograr la más completa experiencia de Navidad. A nuestra búsqueda espiritual de adorar al Niño Dios dentro de nuestro corazón y en familia, se interponen los grandes interrogantes de la humanidad: ¿Cómo se puede celebrar una Noche de Paz en Navidad, cuando por todas partes alguien sigue muriendo de hambre, de injusticia, de soledad y abandono, de guerra y obscuridad?

Y la respuesta que yo encontré es la siguiente: deja de vivir la Navidad de forma sentimental. Es decir deja de ser superficial en el tiempo que destinas para celebrar la Navidad y empieza a vivir los misterios del Nacimiento de nuestro Salvador. Acércate a su misterio y déjate envolver en él.

Ve que estamos hechos para el “hoy” de Dios, para su Luz y para su Paz.

Primer misterio: Seamos el “Hoy” de Dios

Veamos que el Niño en el pesebre es en verdad el Hijo de Dios y en él lo somos nosotros también. Basta dejarlo nacer en nuestra vida interior, familiar y de comunidad. Seamos el Hoy de Dios. Es decir: dejémoslo entrar en nuestro efímero “hoy”, para vivir por siempre. 

Para ser el “Hoy” de Dios hay que aprender a entregarse como Él: en su Encarnación, y en su Cruz. Esto implica dejarte salvar por él, y dejar de intentar salvarte a ti mismo/a. En el “Hoy” de Jesús cabemos todos: los pastores que escucharon a los Ángeles: “Hoy les ha nacido el Salvador” y los que detrás del rostro desfigurado de Cristo en la Cruz creemos en él, a semejanza de Dimas que escuchó de Jesús: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

¿Lo ves? Si vivimos ese “Hoy” de Dios en nuestro “hoy” de cada día, todo cobra sentido y cada vida humana recupera su más profundo valor. Perdamos el miedo a nacer, a vivir y a morir.

Segundo misterio: Seamos la Luz de Dios

En el Evangelio de Lucas encontramos la forma en que la gloria de Dios iluminó a los pastores: “los envolvió en su luz” —Lc 2,9—. No solo en una luz sensible, sino la luz de Dios que es sobre todo conocimiento y verdad en contraste con la obscuridad de la mentira y la ignorancia; también la luz como fuente de vida, de calor y de amor.

En Navidad podemos reflejar la luz de Dios. Basta con pedirle a Jesús que nos envuelva en su verdad. Que nos ayude a superar todo asomo de pendencia, odio y división. Basta creer que en el Niño Jesús se resuelven los grandes interrogantes del ser humano: ¿Qué sentido tiene existir? ¿Cuál es nuestra misión en el mundo? ¿Hacia dónde estamos yendo? Quien creé en Jesús Niño crece en luminosidad, y el calor de su amor se expande de forma misteriosa hacia los débiles, los vulnerables del mundo y los opresores, y atrae a la reconciliación, a la paz y al perdón. 

¿Podrías dejar encendida, la llamita de bondad que el Niño Dios enciende en tu interior, por los días de Navidad? Tu universo de afectos y de amor se verá brillante como una gran estrella. 

Tercer misterio: Seamos su Paz

La paz que reciben igual los santos que los pastores. Es decir, aquellos que han experimentado el amor extremo de Dios; y aquellos que a semejanza de los pastores la buscan de buena voluntad.

Y es que la Paz de Dios aparece cuando en nuestro interior todo se ordena en su lugar. Igual que la familia de Jesús en el Nacimiento: desprovistos de lo material, pero rebosantes de su comunicación continua de vida, de amor y de paz. Veamos que en el universo de afectos de Jesús, María y José, todo gravita de forma perfecta. Hagamos lo mismo, en la medida de nuestras posibilidades en nuestros propios universos. Seamos también su paz.  

Un comentario

  1. El amor de Dios es demasiado grande , que nos estrego su hijo par nuestra salvacion.Bendito seas señor Dios del Universo y de todo lo cread
    O

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