Miércoles 7 Junio
Marcos 12, 18-27
~ Dios no lo es de muertos sino de vivos ~
Los saduceos apostaban todo a la vida temporal. Eran radicalmente materialistas. Para ellos, que ostentaban el poder sobre la comunidad, no convenía la resurrección. Cuando ponen la trampa a Jesús preguntando en el teórico ejemplo de la mujer casada con los siete hermanos de cuál de ellos será esposa en la resurrección si con los siete estuvo casada, lo único que desean es poner en ridículo la doctrina de la resurrección de los muertos. No les interesa en lo absoluto considerar la posibilidad o las condiciones de la vida futura.
La doctrina de Cristo es todo lo contrario. Para vivir verdaderamente, hay que apostar a la vida futura, a la vida plena. Porque en esta vida no alcanzamos la perfección. Por tanto se ve con claridad que hay que vivir en el tiempo desde la perspectiva y la esperanza de la vida definitiva.
¿Cómo será la vida futura? No lo sabemos con seguridad. Pero no por ello no podemos deducir contenidos que nos animan a esperar con fortaleza. Jesús no ha querido definir cómo será la vida plena en la resurrección de los muertos, pero nos ha abierto un horizonte suficiente: cuando resucitan de la muerte, ni los hombres ni las mujeres se casan, porque son como ángeles del cielo. Podemos entender, aparte de que Jesús reafirma la resurrección, que una imagen del más allá cristiano no consiste en una potenciación y prolongación de las alegrías terrenales. La otra vida es totalmente distinta. Es una vida de cualidad distinta.
Apostemos a la vida plena.
Oración:
Señor Jesús, completa siempre nuestra esperanza en la vida del cielo.
Que en familia vivamos plenos, ya desde ahora, con la certeza de que en la otra vida, la vida plena, seremos como ángeles y viviremos solo de estar contigo, comunicándonos vida y