Viernes 1 Mayo

Juan 6, 52-59

 

~ El que come mi carne y bebe mi sangre,

tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día ~

 

Si nos resulta difícil comprender que Jesús proponga ser comido, solo recordemos que en la experiencia del amor, no hay límites. Comer y beber significa asimilarse a Jesús; vivir nuestro amor al modo suyo, expresado en la vida —nuestra propia carne— y en la muerte —el don de nuestra sangre—. Recordemos también, el éxodo: la sangre del cordero fue señal de liberación, y la carne alimento para la salida. En la nueva liberación que nos procura Jesús, su cuerpo y su sangre, se convierten en alimento permanente y en vida definitiva.

Entendamos además, el contexto eucarístico: más allá del nuevo maná y nueva norma de vida que es Jesús, está nuestra identificación con él y con su entrega. Y es que Jesús, vivido así, no es un personaje exterior a quien imitar, sino una realidad interiorizada. Los que creemos, vivimos la vida de Jesús, la misma que viene de su Padre. La clave para comer la carne y beber la sangre de Jesús, radica en seguir su mismo designio, comunicar vida definitiva.

Comer la carne de Jesús, y beber su sangre, más allá de provocarnos rechazo, como a los judíos de Cafarnaúm que pudieron imaginar una condición de antropófagos; y superando la interpretación metafórica y simbólica de los protestantes; hemos de entenderla desde el realismo sacramental. Comulgamos eucarísticamente, y Dios se encarga del resto, de actuar su misterio de salvación. Él es quien nos asocia a la comunión del cielo y a la comunión con los demás por el amor.

 

Oración:

Señor Jesús, gracias por el don de tu cuerpo y tu sangre; descubro con alegría, que tu comunión eucarística me arranca del individualismo y me llena de tu Espíritu.

Permite que en mi familia vivamos para este misterio de comunión. Que tu Eucaristía sostenga y transforme nuestra vida cotidiana. Que nos sintamos amados por ti y que amemos a la vez a los demás. Sobre todo esto, último: que nuestra comunión eucarística se concrete en obras de amor para los demás. Amén.

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