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4 febrero, 2022

Dejemos la Orilla

Domingo 6 Febrero

Lucas 5, 1-11

 

~ Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

“Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar” ~

 

Aquel día, Jesús subió a una barca y pidió a Pedro que la alejara un poco de tierra para enseñar desde ahí a la multitud. Cuando terminó de hablar, les pidió que llevaran la barca mar adentro y que echaran las redes para pescar. Ya conocemos la historia. Los discípulos no habían pescado nada. Pero, por el solo hecho de confiar en Jesús, de atreverse a dejar la orilla, obtuvieron una pesca abundante y milagrosa.

 

Resulta fascinante para nosotros recoger de este Evangelio la imagen sólida de la persona de Jesús y su enseñanza. Vivimos en un mundo de desconfianza, en el que no se descubre el guía o jefe. No permitimos que Jesús siga siendo ese, que oriente nuestras búsquedas. Estamos en la noche de nuestras sociedades, y no pescamos nada con nuestros métodos de siempre.

 

Hace falta dejar la orilla y confiar en el jefe. Dejar nuestras seguridades y rudimentos. Abrirse al universo cargado de sentido que nos propone Jesús implica atreverse a entrar en aguas profundas. En una inspección interior de nuestros propios miedos, paradigmas y límites, para modificar nuestra mirada, nuestras acciones y nuestro futuro.

 

Es más lo que desconocemos que lo que tenemos por seguro; así mismo, es más lo que nos falta por conocer y lo que nos falta por salvar. La orilla del lago significa la frontera entre judíos y paganos. Dejar la orilla significa, a la vez, superar las fronteras de los convencionalismos sociales, políticos o religiosos, para constatar una verdad a la que todos tenemos acceso.

 

Jesús quiere que sus discípulos abran su horizonte de vida y, juntamente, que incursionen en su autoconocimiento. Al llevarlos más allá, de sus conocimientos rudimentarios de pesca, más allá de sus rutinas y de sus límites, intenta rehacer su personalidad. Hacer de ellos personas nuevas.

 

Los discípulos tendrán que preguntarse: Más allá de mi profesión de pescador, ¿para qué soy bueno? Desde esta experiencia de vida, ¿qué otras habilidades más importantes podré alcanzar? Se trata de reencontrar una identidad latente, la del amor y del servicio a los demás.

 

“Pescador de hombres”, esa vocación que Jesús da a Pedro y a los demás que estaban en la barca, los lleva a dejarlo todo y a seguirlo. De ahora en adelante, su habilidad de pescadores toma una nueva forma. La misma capacidad, pero llevada al nivel espiritual.

 

A nosotros nos ha de suceder igual, si dejamos la orilla de nuestras seguridades y nos abrimos al universo insondable de Dios, seremos buenos en lo que hacemos, pero de manera extraordinaria, desde el nivel espiritual.

 

Oración:

Señor Jesús, qué ganas tengo de dar un salto espiritual en mi vida, de emprender nuevos retos y horizontes a que me llamas.

 

Permite que en nuestra familia seamos pescadores de personas, que les ayudemos a no perecer en el ahogo de sus rutinas e incomprensiones, en la oscuridad de sus condicionamientos, miedos y frustraciones. Que los salvemos del peligro de no ver a Dios, de no entender su proyecto y de no amar a lo divino. Por favor Jesús, repite para nosotros esa consolación de tus primeros seguidores: “no temas, desde hoy serás pescador de hombres”. Amén.

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