Jueves 13 Agosto
Mateo 18, 21-19,1
~ Si cada cual no perdona de corazón a su hermano ~
Con este pasaje concluye la enseñanza de Jesús respecto de las actitudes del discípulo que vive en comunidad.
¿Hasta dónde se ha de perdonar? Nuestro perdón debe extenderse hasta donde llegó nuestro deseo de venganza. Eso significa hasta setenta veces siete. Pero hay que perdonar más allá de la casuística de las escuelas rabínicas, que enseñaban el perdón en grados, en función de que el ofensor fuera la esposa, el hijo o uno cualquiera. Jesús alude a Gn 4,24 (el cántico de Lamec).
Así, Jesús rompe con la tradición rabínica y exige ir más allá: hay que perdonar siempre y sin límites ni medidas.
En la parábola del deudor despiadado, a quien habiéndosele perdonado una deuda mayor, no tuvo compasión de su hermano en iguales circunstancias, Jesús nos enseña que es necesario perdonar de corazón; y que de no hacerlo, Dios, que nos ha perdonado todo, puede retirarnos su perdón y actualizarnos la deuda.
Tomemos en cuenta que todos necesitamos del perdón; y que el perdón nos regenera. Es como el don de una vida nueva, con todas las posibilidades de vivir de manera diferente. El perdón nos hace sentir amados, liberados y rehabilitados. Solo quien ha probado el perdón es capaz de experimentar el amor de Dios.
Acostumbrémonos a vivir el amor del perdón, es seguro que Dios nos amará.
Oración:
Señor Jesús, gracias por enseñarme el perdón. Reconozco que muchas veces actué con sentimientos de venganza y me arrepiento por ello. Todos somos insolventes ante tu Padre a la hora de hacer cuentas. Ayúdame a crecer en esta faceta del amor. Recién ahora entendí que cada vez que perdonamos, amamos y damos vida a nuestros deudores; también ahora me queda claro que el perdón que te pido en la oración del Padre nuestro está ligado al perdón que yo dé a mis hermanos.
Permite que en casa, con mi familia, formemos una comunidad de perdón; que nuestra actitud ante las ofensas de los adversarios sea, sin excepciones, la consideración en el amor. Y que podamos constatar siempre la vida que se regenera en cada hermano que perdona y es perdonado. Amén.