Domingo 8 Diciembre

Mateo 3, 1-12

~ Conviértanse porque ya está cerca el Reino ~

Juan Bautista termina su anuncio profético de este trozo del evangelio con la imagen de Jesús en el día final: “tendrá en su mano el bieldo para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. 

Este segundo domingo de Adviento, viene marcado por la exigencia de la conversión. Podemos trabajar espiritualmente anticipándonos a quitar nuestra paja. Nosotros no somos iguales que aquellos a quienes Juan Bautista predicó. Ellos no habían sido bautizados en el Espíritu Santo y Fuego, nosotros sí. Creo que nos sirve entender nuestra vida como un continuo dejar que Jesús separe nuestra paja para quemarla y nos guarde en la intimidad de su granero.

Quitar nuestra propia paja; es decir, quitar lo superficial, lo que no es esencial, nos demanda dar frutos de conversión. Ayuda mucho ponernos en guardia, arrepentirnos de nuestros pecados y corregir la injusticia. Quitar la paja, asimismo, implica abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios que viene a nosotros.

Juan Bautista es una voz que nos llega autorizada desde antiguo por el profeta Isaías. Es un personaje que se actualiza hoy para provocarnos en la manera en que vivimos nuestra vida y nuestra fe. Su estilo de vida en el desierto, como mínimo nos cuestiona sobre el tema de la autenticidad. Juan es necesario hoy más que nunca, cuando parece que nos alejamos de las obras y nos montamos en la simulación.

Vivir la sobriedad en estos días, descubrir cuando nos engañamos a nosotros mismos respecto de la autenticidad de nuestras obras, es un buen inicio para separar la paja que no nos deja alcanzar la salvación.

Escuchemos la voz de conversión

 ¿Qué sientes cuando escuchas: conviértete porque ya está cerca el Reino de los cielos? Parece que hay una reacción natural. Cuando menos nos viene el convencimiento de que algo en nosotros puede y debe cambiar. Resulta una palabra cercana o amiga que nos da la esperanza y la alegría de responder a nuestra exigencia interior de ser plenos.

Corregir la vida y afirmarse en lo que uno cree nos da todo: nos hace auténticos, nos libera, nos impulsa a la purificación y nos garantiza la bendición de Dios.

Hoy podemos empezar a quitar nuestra paja agudizando nuestra capacidad de escucha y actuando obras que no nazcan de una ley externa, sino de la autenticidad de nuestra vida interior. ¿Qué pajas no te permiten ser auténtico?

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