Viernes 22 Septiembre
Lucas 8,1-3
~ Los ayudaban con sus bienes ~
El texto del Evangelio de hoy es exclusivo de Lucas. Se desarrolla en el dinamismo de la misión. Jesús recorre la tierra con sentido de liberación, reconociendo en cada aldea el lugar ideal para asentar el Reino de Dios. Pero no lo realiza solo, lo acompañan dos grupos bien identificados, sobre todo a partir de este Evangelio: el de los Doce discípulos que venían del Israel institucional; y el de la mujeres que venían de la experiencia de liberación, perdón y restitución a la sociedad; en el que se pueden integrar los recaudadores descreídos, los curados de malos espíritus y enfermedades… en fin, los excluidos de la institución judía.
Lo más sobresaliente desde este texto son las mujeres de Jesús. Ellas, que tienen nombre: María Magdalena, Juana ––la esposa de Cusa––, Susana y muchas otras se han adherido al proyecto de Jesús, pero no solo de manera ideológica, sino también práctica, tal y como son en lo más profundo las mujeres, aportando el recurso necesario para sostener la misión. Jesús les ha concedido un lugar al mismo nivel que el grupo de los apóstoles. No solo les reconoce su dignidad y el derecho a ser discípulas, que lo han ganado en la escucha atenta a su palabra y en la puesta en práctica de la misma, sino que las tiene al lado de los Doce, colaborando en la misión.
Jesús parece más moderno que nosotros. Desde hace dos mil años reconoció la dignidad de la mujer, que hoy en día nosotros batallamos en concretar. Ningún maestro de su tiempo habría admitido que la mujer tuviera capacidad para estudiar y entender la Torá; Jesús, sin embargo, lo hace. El Evangelista Lucas tiene cuidado de mencionar los nombres de las tres mujeres, para ponerlas en paralelo con el principio de la predicación de Jesús, cuando son citados los primeros tres discípulos (5,8-10). Ellas son la primicia del nuevo grupo de seguidores.
Las mujeres de Jesús nos enseñan que el servicio es muestra del verdadero seguimiento.
Se antoja imitar a estas mujeres y ver con sus ojos cuanto Jesús va rescatando y llenando de sentido, a través de la Buena Nueva.
¡Imitémoslas y veremos con claridad!
Oración:
Señor Jesús, gracias por recordarme que la mujer es un don preciso para la vida de la Iglesia; que a ejemplo de ellas, debo servir a tu causa no solo con la doctrina y tu Palabra, sino con obras concretas de servicio y caridad.
Permite que junto con los míos, en casa, seamos seguidores no solo con una adhesión de fe, sino de obras. Que entendamos la inteligencia femenina de la misión, y hagamos posible que tu reino irrumpa en nuestro entorno. Amén.