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4 noviembre, 2021

La Mayor Alegría…

Jueves 4 Noviembre

Lucas 15, 1-10

 

~ De igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión ~

 

La mayor alegría, tanto para el ser humano como para Dios, no consiste en el solo cumplimiento de una religiosidad intachable, sino en recuperar a quien se ha perdido. De hecho, observar la ley a la letra sin vivir el espíritu de amor con que fue dictada, siempre produce frustración y tristeza.

 

Al centro de este Evangelio aparece el principio de si Dios ama o no a los pecadores. Y la respuesta es inmediata: Dios sí ama a los pecadores; de tal manera, que cuando uno solo regresa a Él acontece una gran alegría dentro de su misterio.

 

Los descreídos, irreligiosos ––en una palabra, los paganos que no observaban la ley–– se acercaban a Jesús porque encontraban en Él el camino de regreso. Si habían vivido fuera de la ley por desconocimiento o se habían perdido, ahora se descubrían recuperados e incluidos.

 

Los fariseos y los escribas tienen que aceptar, desde su experiencia de vida y apoyados en la conducta humana, que la conducta de Dios es semejante y superior, que se alegra de recuperar a quien se le ha perdido. Porque el regreso del pecador es una respuesta a su designio divino. Desde esta visión, los pecadores que regresan hacen posible el plan de Dios sobre sí mismos, mientras que los justos lo han frustrado.

 

¿Cómo no apostar la vida a estas alegrías? Dios no se cansa nunca de salir a nuestro paso. Él es el primero que recorre el camino que nos separa y luego hace el trayecto de regreso con nosotros, dándonos seguridades y certezas de su amor.

 

¿Cuánto tiempo hace que no me alegro con una alegría mayor? ¿Cuánto hace que no experimento esta forma de libertad?

 

Oración:

Señor Jesús, recién he recordado la alegría de mi reconciliación contigo y con los demás; mientras recorría tu Evangelio en mi corazón, advertí el grado de soledad y abandono extremo en que viví por un tiempo. Te agradezco haber venido por mí; gracias porque en este episodio de tu Palabra entendí que nuestro regreso acontece también en tu misterio.

 

Permite que junto con los míos vivamos una alegría permanente, semejante a la de estar completos, a la de encontrar lo más preciado que tenemos, y a ti mismo hoy y siempre. Amén.

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