Lunes 11 Septiembre
Lucas 6, 6-11
~ “Yo les pregunto si en sábado es lícito
hacer el bien en vez de hacer el mal,
salvar una vida en vez de destruirla” ~
La escena que meditamos hoy nos permite ahondar en la idea de que el hombre es superior a cualquier ley.
Los letrados y fariseos aparecen aquí como enemigos del hombre en nombre de Dios. Han hecho de la ley una ideología, ya no se detienen siquiera a interpretar y actualizar la ley para el pueblo.
El hombre con la mano derecha seca, representa al pueblo de Israel. Los asistentes tenían clara esta convicción: Israel estaba sometido a la institución y se encontraba sin salida.
También la sinagoga aparece como lugar en el que no se predica más la liberación de la que ha surgido el pueblo. Ahora se ve como un ámbito de dominio, de control y de condena. Con la doctrina que se enseña en la sinagoga solo se ha logrado atrofiar a los creyentes y privarlos de toda actividad e iniciativa.
Jesús pone en el centro al hombre, el cual debe ocupar su puesto. Esta acción no fue fácil para el enfermo, como tampoco hoy nos es fácil ponernos en el centro sin que estemos marcados por la enfermedad. Sin embargo, el hombre de la mano atrofiada desea la sanación y la libertad.
Cuantos asistimos a ese momento en la sinagoga, ya sea hace dos mil años o ahora mismo, hemos de entender de una vez por todas que el valor supremo es el ser humano y no la ley. Que hoy en día también hay nuevos letrados y fariseos que se comportan como enemigos del ser humano y de la Iglesia, y buscan al nuevo Jesús que vive en nuestro corazón para acusarlo y condenarlo, por la sola razón de dar vida al pueblo.
Estemos dispuestos como Jesús, arriesguemos liberando a los nuevos inválidos que son nuestros hermanos con ignorancia religiosa y social. Veremos cuánta alegría, justicia y paz va a brillar.
Oración:
Señor Jesús, considero que muchas veces he permanecido mudo, mientras alguien ha sido injustamente marginado. Me da pena reconocer que en algunas ocasiones he tenido miedo de poner a las personas en el centro. Me he ideologizado y me he unido a tendencias que condenan al ser humano. Ayúdame a estar siempre a favor de la persona humana, dale fuerza a mi espíritu para que me arriesgue incluso a la persecución, por la sola razón de dar vida al pueblo.
Permite que en casa, con los míos, velemos por este principio mayor: dar vida a los demás y poner al lado tuyo a cada hermano que encontramos en la vida, como hoy lo has puesto en la sinagoga para sanarlo. Amén.