Miércoles 18 Mayo

Juan 15, 1 -8

 

~ Lo mismo que el sarmiento

no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí ~

 

La vid o viña, que era el símbolo de Israel como pueblo de Dios, es recreada en Jesús; el nuevo pueblo se construye a partir de Él. Se trata de una nueva humanidad, llamada a dar frutos. Quienes seguimos a Jesús, formamos una comunidad en misión, abierta al mundo y a la presencia mantenida de Dios.

 

Pero ¿Cuál es el fruto concreto al que se refiere Jesús? es cada uno de los que formamos el nuevo Pueblo de Dios, cuando comunicamos la vida que recibimos de Él.

 

Se siente reiterativo cuando leemos permanezcan en mí, como yo en ustedes; y sin embargo, es necesario. Solo así entenderemos que Jesús crea una relación profunda con quienes creemos. Se trata de una unión íntima; la misma vida que circula en él y en sus discípulos puede circular en cada uno de nosotros, creyentes de última generación.

 

Si lo entendemos bien, sabemos que nuestra nueva existencia de unión con Jesús, en medio de una sociedad injusta, no depende de ninguna institución sino de la comunicación de vida que tenemos en el mismo Jesús; esto es, cuando menos, consolador. Permitir que se produzca la sociedad alternativa de Jesús, la sociedad del amor mutuo, que se expresa en la vida y la libertad de Dios, en la que se le puede englobar a la humanidad.

 

Si nuestra unión con Jesús, nos lleva a la práctica del amor. Y nuestro fruto nos lleva a crecer en lo personal y en lo comunitario. Y con este fruto, ayudamos a expandir la vida en el mundo; nos podemos preguntar:

 

¿Qué tan fecundos somos?

Permanezcamos en Cristo, pidamos lo que queramos y lo conseguiremos, seremos fruto y principio de fecundidad.

 

Oración:

Señor Jesús, a medida que avanzo en años descubro que sin ti nada puedo hacer. Perdona si a veces me alejo. No ha sido mi deseo, solo que el mundo tira de mí hacia opuestas direcciones. Ayúdame a permanecer en ti, a no perder de vista que estoy llamado a dar fruto siempre. De manera particular en mi trabajo y en mi hogar.

 

Permite que los míos, en casa y yo junto con ellos, seamos una sociedad alternativa de tu amor, y constatemos que el mundo cambia, por la sabia de eternidad que haces correr por nuestras venas. Amén.

 

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