Jueves 31 Octubre
Lucas 7, 31-35
~ Les hemos tocado la flauta, y no han bailado,
les hemos entonado endechas, y no han llorado ~
Los hombres de la generación que menciona Jesús son fariseos y juristas. Ellos representan al pueblo y pretenden ocultar las manifestaciones del Mesías. Se suponía que para eso estaban, para acompañar al pueblo, instruyéndolo con vistas a la llegada del Salvador. Pero en lugar de cumplir con su función, ponen excusas y pretextos para no comprometerse con Dios. Se niegan a aceptar todos los cambios que Jesús abre. Son estos representantes del pueblo a quienes viene bien la comparación de Jesús, que los iguala a niños que ni ríen ni lloran. Están cerrados a la novedad de Dios.
Si nos fijamos bien, nuestra generación también puede compararse con la del tiempo de Jesús. También ahora ponemos cualquier pretexto, no solo absurdo sino mentiroso o malintencionado, para sacudirnos la responsabilidad que tenemos ante Dios y ante su llamado de amar a nuestros semejantes.
Es probable que nos hayamos acomodado a una vida similar a la de los fariseos y juristas; una vida de control sobre los demás, en ausencia del dueño de la vida; y que deseemos que mejor no llegue, para seguir ocupando un lugar privilegiado. Hoy también difamamos a Jesús de nuevas maneras, por tratar con gente despreciada.
Pensemos en la nueva, Buena Noticia de Jesús. ¿Cuál es? ¿Cómo sigue inspirándonos la ruta de salvación? No podemos sentarnos sobre nuestras categorías de fe y religión; menos en la actualidad, cuando el cambio de época en el que nos deslizamos exige estar atentos para interpretar la vida personal y comunitaria; y la sabiduría con la que abordamos el viaje final de nuestra historia.
Parece que Jesús tiene razón hoy. De manera especial cuando existen tantas personas que han perdido el sabor de la vida, viven en una continua desilusión y no tienen el mínimo interés en abrir sus horizontes a las nuevas venidas del Mesías Jesús, en su Palabra, en la Eucaristía, ni en cualquier trascendental como la Verdad, la Bondad y la Belleza.
¿Que decimos ante la nueva presencia de Jesús y su propuesta?
¡Riamos y lloremos! ¡Pongámosle sabor a la vida! ¡Hagamos de nuestra historia la más apasionante jamás vivida, sin fijarnos en superficialidades, y veremos a Dios tal cual es!
Oración:
Señor Jesús, me encanta la libertad de tu propuesta. Si te estamos experimentando bien, no tenemos por qué vivir con categorías antiguas, como las del ayuno de Juan el Bautista. Creo que la fidelidad que debemos a tu persona y a tu Palabra está por encima de toda ideología que oprima al ser humano. Dame tu sabiduría y seré libre, ámame y estaré en ti.
Permite que junto con mi familia hagamos de nuestra historia una aventura donde el compromiso que nos ofreces, de vivir a plenitud, amando y sirviendo, lejos de ser una carga, constituya el motor que nos impulse a trascender en tu Verdad, Justicia, Bondad y Belleza. Amén.