Domingo 19 Marzo

Juan 9, 1-41

 

La escena de la curación del ciego de nacimiento en el evangelio de Juan, nos invita a releer la realidad religiosa de nuestras comunidades y a abrir nuestra fe a la novedad de Dios.

 

Jesús es contundente contra los fariseos, que ven amenazada su autoridad en la curación de aquel hombre, y se cierran a ver más allá de sus categorías de la ley. Después de saber que echaron fuera de la sinagoga al que recuperó la vista, Jesús declara: “Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos” —v 39—. Si Jesús se había declarado como luz del mundo, ahora era el momento de empujar a la comunidad a una visión liberadora del mundo, de la religión y de Dios.

 

Jesús quiere que todos acepten su luz, que salgan de sus tinieblas, que vean más allá de sus condicionamientos de tipo ideológico, religioso o social.

 

Cuando pone barro en los ojos del ciego, Jesús está poniendo ante sus ojos el proyecto original de Dios sobre el ser humano. Le pone ante su propia humanidad la novedad del Espíritu; le deja ver como una criatura nueva. Toca al ciego aceptar la luz y optar libremente por ella. Es probable que a semejanza de este ciego, viviendo en oscuridades, nosotros también hemos sido ungidos de barro en los ojos; nuestra realidad ya ha pasado ante nuestros ojos y estamos en posibilidades de aceptar o rechazar esa luz. Los fariseos no quieren leer la realidad, mucho menos aceptan ver más allá, por eso instigan al ciego curado para que se retracte de Jesús.

 

Ver más allá, significa pasar de la realidad que aparece, al plano de la fe. El ciego recuperó la vista, pero no solo el beneficio de la vista. El evento de su sanación lo ha remitido a interpretar a Dios. Lo más luminoso que ve no es solo el mundo brillante y colorido que jamás había visto, sino que quien lo curó era Dios, así lo declaró: “Creo, Señor y postrándose, lo adoró.

Nosotros queremos ver más allá, es decir definir nuestra vida y nuestra fe.

 

Veamos más allá de las ideologías

Hay que dar el testimonio, “Yo soy” es la nueva identidad del hombre acabado por el espíritu.

 

El hombre marginado que era ese ciego de nacimiento, quedó atrás. Ahora es capaz de enfrentar a los fariseos. No como antes, ahora sin miedo, hasta provocándolos en sus propias trabas de entendimiento. En la experiencia suya, el don de la vista y del amor que recibió de Jesús echa por tierra cualquier sistema ideológico, político o social. Lo que a él ha salvado es encontrar una verdad más profunda; tan grande que si en ese mismo momento volviera a su ceguera, su vida ya no sería la misma. A partir de su encuentro con Cristo, tiene otros sentidos para ver. Se experimenta acabado por el espíritu, y en ese sentido libre de toda atadura convencional, legalista o de marginación.

 

Con su capacidad de ver más allá de la vista física, ve desde su corazón, se postra y adora a Jesús.

Sí, veamos más allá.

 

 

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