Jueves 11 Febrero

Marcos 7, 24-30

 

~ Pero también los perritos comen bajo la mesa las migajas que tiran los niños ~

 

Jesús ha provocado a la mujer pagana. Vemos que hay una forma de duelo o competencia verbal entre ellos. En realidad Jesús quiere calar la fe de la mujer y sondear la profundidad de sus deseos de liberación.

La mujer, era consciente de su exclusión de la comunidad judía; se habría sentido así toda su vida, digamos, acostumbrada a la marginación. Sin embargo, hoy se atreve a superar esa ideología que la marginaba. Ha oído hablar de Jesús. Ha escuchado que Jesús no excluye a nadie. En paralelo con Jairo, el centurión romano —Cfr. 5,23—, que pidió a Jesús la sanación de su hija, y que representa la sociedad judía institucional, ella, la mujer pagana, se atreve a pedir lo mismo, aunque pertenezca a la clase dominada y marginal. Digamos que también caló a Jesús. Quiso sondear la grandeza de su misericordia, su poder y la coherencia de su vida.

En el fondo la mujer ha vencido a Jesús. Esto es algo bello. Nos muestra un camino único de la fe: la perseverancia. La respuesta de Jesús parecía acabar con su esperanza. Él le ha recordado el principio discriminatorio que los judíos aplicaban a los paganos —perros—. Pero ella no desiste. Le demuestra a Jesús que no pretende privilegios, no intenta quitar nada a nadie, le basta una consideración, una mirada, o una palabra.

Al responder así: “también los perritos comen bajo la mesa migajas que tiran los niños” la mujer reconoce el derecho de todos, de alguna forma está comprometiéndose a que en su núcleo social, también ella liberará de esa ideología de discriminación, opresión o exclusión, a cuantos dependen de su autoridad.

Quizás la mujer alcanzó algo más que la liberación de su hija, su fe la llevó a acoger la identidad de Jesús, su novedad, una nueva vida.

Nosotros hoy podemos encontrar así a Jesús. Vencer la discriminación. Cuando alguien de los nuevos marginados, nos aborde, intentando vendernos algo, o un servicio de esos, de los marginales, podemos cuando menos darles lo que la Siriofenicia deseaba: una consideración, una mirada o una palabra; porque nuestra indiferencia a la persona o nuestra discriminación y marginación, lo único que generan es injusticia y violencia social.

 

¡Venzamos la discriminación igual que Jesús, igual que Jairo, igual que la mujer pagana, es seguro que gozaremos!

 

Oración:

Señor Jesús, ayúdame a pensar, a sentir y a actuar con libertad, igual que Tú lo hiciste. Quiero vencerme en mis prejuicios y en mis discriminaciones.

Permite que en mi familia, nos encontremos contigo, igual que la mujer pagana, que acojamos tu manera de ser, tu novedad y tu vida. Que reconozcamos a cada persona como hija de Dios. Amén.

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