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2 marzo, 2020

Ajustemos Nuestra Identidad

Domingo 1 Marzo

Mateo 4, 1-11

 

La liturgia de la Palabra este domingo, nos atrae con un colorido de imágenes que despiertan nuestro sentido de búsqueda. Internarse en la escena de la primera tentación con Adán y Eva, y luego en la imagen del desierto, donde Jesús es tentado, nos ayuda a pensar nuestra propia identidad.

A Eva la serpiente le dice: …el día que coman de los frutos de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como Dios… y a Jesús el demonio lo tienta con el condicional: “Si tú eres el Hijo de Dios…” estas formas de tentación van destinadas a derrocar nuestra identidad, a poner en duda quiénes somos y cuál es nuestra misión en el mundo.

Las tentaciones del desierto, en este tiempo de cuaresma que estamos iniciando, pueden ayudarnos a ajustar nuestra identidad. No necesitamos escuchar las provocaciones del demonio, ya desde ahora podemos preguntarnos, como en contrapropuesta del tentador: ¿Yo quiero ser como Dios, en el sentido de usurpar su lugar, ejercer una identidad que no me corresponde? ¿Tengo que demostrar con el abuso de mi poder que soy hijo de Dios? ¿Quién soy en este momento de mi vida? ¿Cómo sostengo mi proyecto, en el proyecto que Dios tiene para mí?

Cuando estamos confundidos por el hambre, las tentaciones pueden hacernos caer. Por un lado, sabemos que Dios no nos abandona, envió a su Hijo para liberarnos del dominio de Satanás. Pero por el otro, sabemos que la ayuda de Dios no nos releva de trabajar por superar la propia tentación. Si tenemos bien claro quiénes somos, las tentaciones sucumbirán ante nuestro compromiso y misión.

El ayuno que hacemos, no es solo preparatorio o penitencial, también cumple una función importante: templarnos y ajustar nuestra identidad. Es en esta prueba de los momentos de abandono y soledad, cuando somos más vulnerables, cuando alcanzamos a descubrir con toda claridad quiénes somos, de qué estamos hechos y para qué tenemos esta vida que nos atrae hacia realidades más plenas de nuestro ser.

Si queremos ajustar nuestra identidad seamos hijos de Dios

Esta es nuestra más clara identidad. El compromiso con nuestro padre y nuestro proyecto en Él, son superiores a cualquier tentación. En este sentido podemos afirmar que cae solo quien no tiene proyecto ni relación con Dios.

Como con los grandes profetas, podemos tomar el ayuno como ascesis, para medir y calibrar nuestra templanza y valorar la grandeza del proyecto de Dios al que estamos llamados. Siempre un proyecto superior a cualquier propuesta del hombre o del maligno.

Si somos hijos de Dios, si creemos en verdad que esa es nuestra identidad, ¿Qué estamos haciendo de trascendente? ¿Qué trasciende nuestra tentación de ejercer el poder, el providencialismo, el dominio, la ambición o la gloria del mundo?

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