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26 junio, 2019

Cuidemos nuestras comunidades…

Miércoles 12° Ordinario. Mateo 7,15-20

~ Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconocerán. ~

La comunidad ha de cuidarse de los influjos externos. Poner atención a los falsos profetas, pastores y doctores que no tienen otro interés en la comunidad, que el bien propio. Este tipo de personas, hablan en nombre de Dios a la comunidad; y aunque su lenguaje es atrayente y apacible, su interior está lleno de egoísmo y sus deseos son sin escrúpulos. A estos los delatan sus obras y sus palabras engañosas.

En nuestro tiempo, tenemos la misma necesidad: Cuidar la comunidad familiar y la comunidad social, de frente a la abrumadora oferta de “nuevos falsos profetas y pastores”. Nunca como hoy podemos distinguir que las estadísticas de seguidores, en cualquier ideología, comporta un valor y posicionamiento político o de control. Quizás convenga revisar si las últimas influencias en nuestro santuario del hogar o de la comunidad social, vienen de falsos profetas. Ya sabemos cómo descubrirlos: su voz es suave, atrayente y apacible pero sus obras y sus intenciones son sin escrúpulo. Los nuevos disfraces de oveja, pueden venir en colores de una bandera, un asistencialismo, un pequeño compromiso político o de proselitismo.

¿Cómo cuidar la comunidad? Creo que cada familia y comunidad social, sabe muy bien lo que lleva en sus raíces y el valor de su vida espiritual y social; que esto sirva para saber cuándo abrir la puerta y cuándo no. Y si hay necesidad de desenmascarar a un lobo vestido de oveja.

Otra manera de cuidar la comunidad, es revisar si los frutos de sus miembros y de sus dirigentes, son buenos. ¿Cómo se sabe si son frutos buenos o malos? Se les reconoce como tales, si sirven o no para la vida. Si procuran vida a la comunidad o solo pena y muerte. Si lo que me aporta mi compañero de comunidad y mi dirigente o pastor, me sirve para vivir mejor, para ser libre y para crecer como persona; o, si por el contrario, me hace sentir prisionero de algo que en principio no necesito ni pedí.

Para ser más específicos, los frutos a que se refiere Jesús, son los que pasamos hace poco, los de las bienaventuranzas: el perdón, el amor a todos, incluso al enemigo, dar sin que nos pidan, cuando vemos la necesidad y sin esperar nada a cambio, la oración, no juzgar ni condenar.

¡Cuidemos nuestras comunidades! Estemos seguros que será un gozo inmenso.

Oración:

Señor Jesús, no siempre he sido custodio de mi familia ni de mi sociedad. Me has hecho pensar en el futuro de mis hijos y del mundo. De veras que necesitamos estar muy atentos. Gracias por prevenirme del influjo de los malos. Y gracias por recordarme que debo ser como un árbol de buenos frutos. Apenas me pregunté: ¿Cuáles buenos frutos entregué a mi familia y a la sociedad en este mes? Y me di cuenta que eran pocos. Ayúdame a estar vigilante, a producir muchos frutos de amor y a cuidar nuestras comunidades.

Permite que en casa, con los míos, también estemos atentos a la vida y que mantengamos tu proyecto de comunidad. Amén.

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