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22 septiembre, 2023

El valor de nuestro trabajo

Domingo 24 Septiembre

Mateo 20,1-16

 

Jesús es el dueño de la historia; Él es el único que puede darle sentido a cuanto hacemos, porque es solo si trabajamos por amor, que al final del día reconoceremos que nuestra paga es la justa; que el valor de cuanto hacemos: ya sea para ganar el sustento, para vivir nuestra vocación en la familia o para trabajar por el reino de Dios, no se encuentra en el jornal económico, sino en el don de amor de Dios, que nos permite insertarnos en un programa laboral más grande donde nuestras pequeñas acciones, a cualquier hora de nuestra existencia, encuentran sentido pleno.

 

¡Qué importante pensar hoy en el valor de cuanto hacemos, la manera en que servimos a los demás; especialmente cuando vivimos en un tiempo en el que muchos trabajan con la ley del mínimo esfuerzo, la ley de la ventaja y a veces… la ley de la selva!

 

Nosotros somos llamados en esta época de la historia de la humanidad, probablemente al atardecer de la historia o al atardecer de nuestras vidas, y estamos llamados a ganar el mismo jornal que los primeros. Así es el reino de Dios, ganaremos lo mismo que los discípulos de Jesús y de cada uno que se ha integrado a las labores por el pueblo de Dios.

 

Queremos hoy valorar el instante de nuestra vida en que somos contratados. Pero muy pronto te pregunto: ¿En qué momento de tu vida fuiste contratado por Jesús? ¿Estás al atardecer de tu vida? Felicidades para unos y para otros, porque al momento en que cada uno es alcanzado por Cristo: al amanecer, a media mañana, al medio día, a media tarde, o al atardecer, el Señor nos encuentra útiles y quiere que demos nuestro aporte.

Para valorar nuestros trabajos:

 

Administremos la paga

¿Cuánto nos ha pagado Dios? ¿Habría alguien que pueda acusarlo de ser injusto en la paga? ¿Te debe algo Dios? ¿Merecías más?

 

Recibimos hoy la misma paga que Pedro, Pablo, Juan y todos los discípulos: un jornal de gloria. La paga es la participación del amor de Dios que culmina en la vida eterna. Es Él quien le da sentido al atardecer de nuestras vidas; cuando entendemos que cada trabajo, cada acción que realizamos, vale no por la cantidad, la calidad, la antigüedad, la función o el rendimiento, sino porque se inserta en el proyecto del dueño de la viña, en el proyecto insondable de Dios, sabemos que fuimos pagados.

 

Teniendo en nuestras manos la paga, viendo de frente al dueño de la historia y de nuestra historia, podemos empezar a gozar de nuestro salario y a compartirlo generosamente con los demás. El momento de nuestra jornada laboral es hoy, y esto es un acontecimiento tan grande que marca un antes y un después.

Démosle valor a cuanto hacemos; hoy, mañana y siempre, estamos siendo contratados.

 

Que en mi casa, con los míos, crezcamos en esta enseñanza. Que siempre estemos dispuestos a dar vida y amor, y a recibir a los demás. Amén.

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