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24 junio, 2022

Entremos En Tensión

Domingo 26 Junio

Lucas 9, 51-62

 

~ Pero no le recibieron

porque tenía intención de ir a Jerusalén ~

 

Encontramos a Jesús que sube a Jerusalén. Tomó la firme determinación de ir allá para entregar su vida. Cumplirá por fin la voluntad de su Padre. Ante este desplazamiento, todos entran en tensión. Sus discípulos, la gente que lo acompaña y la que lo ve pasar. Incluso Jesús, para quien ha llegado la hora.

 

Se trata de un gozo espiritual. La certeza de estar haciendo lo más importante de la vida. Jesús va a Jerusalén para enfrentar el mundo y el error en el que éste vive, dando su vida. El proyecto, apenas comprensible para sus seguidores, es exigente y definitivo.

 

Santiago y Juan no entendieron que el Hijo del hombre sería rechazado. Ellos quieren repetir el castigo de Elías: “bajar fuego del cielo”. Jesús les está mostrando otro camino, el de la tensión de vida. Hay que ser capaces de vivir la tensión de nuestro seguimiento a Cristo, y de nuestro camino de salvación.

 

A diferencia del mundo que propone la vida de confort y de cero tensiones, de mínimo esfuerzo y máximo goce, el evangelio de hoy nos mueve a tomar camino hacia realidades más plenas en el seguimiento de Jesús. ¿Cuánto tiempo hace que no le damos un poco de tensión a nuestra vida cotidiana? ¿Una tensión sana que da sentido a lo que hacemos y que nos libera del raquitismo espiritual?

 

Oremos:

Señor Jesús, ayúdame a determinarme como tú y contigo, para subir a mi nueva Jerusalén. Que me atreva a entrar en tensión y seguirte desde mis capacidades. Que yo viva la tolerancia y el espíritu de paz que no tenían Santiago y Juan; que me abandone a la providencia de Dios, porque Tú no tienes dónde reclinar la cabeza; que me atreva a dejar atrás a los muertos, modificando de raíz mis relaciones, de frente a mi nueva relación contigo y con las realidades del Reino; y que no voltee para atrás, porque corro el riesgo de perder el punto de llegada.

 

Haz que en familia entremos en tensión de tu seguimiento, aunque tengamos que sacrificar la propia vida por amor. Amén.

 

 

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