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20 mayo, 2019

Presencia de amor…

Lunes 5° Pascua. Juan 14, 21-26.

~ “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él”. Le dijo Judas —no el Iscariote—: “Señor, ¿y por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”. Jesús le respondió: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escuchan no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Les he dicho estas cosas estando entre ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, se lo enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho”. ~

En el centro de este Evangelio encontramos que cumplir los mandamientos significa ser como Jesús; más aún, que Jesús se manifestará en quien los cumpla.

Da la impresión de que la pregunta de Judas —hijo de Santiago, llamado Judas Tadeo—: ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y al mundo no?, ha quedado sin respuesta por parte de Jesús; sin embargo, no es así. Jesús enseña que solo quienes lo amen y se adhieran a su persona y sus obras superarán el carácter de imposición de los mandamientos, y alcanzarán la experiencia profunda de su amor. Jesús-Dios no se manifestará con sensacionalismos al mundo, sino en la intimidad, y solo a los que crean y dirijan su vida bajo la escucha de la Palabra y el cumplimiento de obras de amor.

Se entiende que nuestro amor a Jesús, que nos lleva al amor del Padre en el Espíritu, se realiza como presencia de un ausente —Jesús— que desea manifestarse a través de cada uno de nosotros.

De la misma manera que Judas Tadeo habrá entendido, podemos entender nosotros, a partir de la respuesta de Jesús: Dios mismo quiere habitar en nosotros por medio del amor. Queda claro que aunque Jesús esté ausente de una forma física, su nueva presencia será más plena. Una presencia de amor que el Espíritu de Dios completa con su instrucción interior y con la memoria afectiva: les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho.

Intentemos la presencia de amor de Jesús amando su proyecto, su mandamiento nuevo y liberador; su invitación a hospedarse en nuestra casa interior.

Oración:
Señor Jesús, deseo experimentar tus mandamientos, no como una ley externa que debo cumplir, sino como una oportunidad de amar; así como tú amas, de manera trascendente. Ayúdame a tener tu presencia de amor. Ven y habita en mi alma. Que logre comprender, en mi inteligencia afectiva, cuánto me has amado y cuánto me falta por amar y servir.
Permite que en mi casa, con los míos, seamos capaces de verte a diario en el rostro de cada uno, así, adivinando tu presencia íntima y espiritual pero eficaz en la caridad. Adivinando cuándo un miembro de mi familia vive de tu presencia de amor. Amén.

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